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Leña del lápiz caído

Era posible una economía abierta, bajo manos que aún no fueron alcanzadas por la corrupción y que, además, estaban candentes por tomar justicia social. Pero no. El sueño duró poco. Cinco días, no más.

Martín Murguía

Publicado: 2021-05-26
Hace poco, leí por la red, un comentario que escribía: “los fujimoristas deben de estar arrepintiéndose por haberle dile dicho al profesor que presente a su equipo”. Efectivamente, el martes de la pasada semana, cuando Pedro “soltó a los perros” despertó revuelo, principalmente, entre el voto indeciso. Muchos de estos, con la aparición de los nuevos personajes, sospecharon que la izquierda hacía un ligero quiebre hacia el centro y que Ollanta le pasaba el polo blanco a Castillo. Era posible una economía abierta, bajo manos que aún no fueron alcanzadas por la corrupción y que, además, estaban candentes por tomar justicia social. Pero no. El sueño duró poco. Cinco días, no más. El debate que tuvo lugar el último domingo apareció como un aguafiestas, como un atorrante, un rufián. Así desbarató la ilusión de los que pensaron que Castillo había reunido a los mejores. Y puede que algunos lo sean. Pero si no hay equipo, no hay nada. Si no hay equipo, no hay un bloque, no hay fuerza de choque. Dicen que el talento puede ganar partidos, pero el trabajo en equipo gana los campeonatos. Y es que los llamados “fósiles” políticos, aquellos “dinosaurios” de la política demostraron que tienen un plan. Solo eso: un plan. Se puede tener muy buenas intenciones, talvez sacadas de un libro de Martin Luther King o algún gurú de la India. Pero eso no va a alcanzar para echarse al hombro a un país como el Perú. Y se tiene que ser consciente de lo que significa gobernar a un país como el nuestro, más aún en este escenario, en el que todavía ni se tiene claro si es pre- o pospandémico, o ninguno de los dos. Ciertamente, la simple afirmación del equipo de Fuerza Popular, al recalcar que es un conjunto de profesionales que viene trabajando desde hace meses, es ya un hecho de garantía de que existe un análisis previo sobre lo que se tiene que hacer para salir de la crisis, sin entrar a otra crisis. Si me sobran los dedos de una mano para contar las propuestas de Perú Libre, lo confirmo. Pero es algo que se veía venir. Parecían balas por parte de la “prensa comprada”, que desprendía frases como la de “Castillo se fue a Gamarra a ver si alguien le pasaba un plan de gobierno”. No hay duda, de que el Plan Bicentenario de Perú Libre no guarda relación alguna con el presentado ante el JNE. Desde allí, podemos dar cuenta de que ha sido un documento hecho hace muy poco, tanto así, que al parecer los debatientes del domingo no tuvieron tiempo de repasar las propuestas ¬para comunicarlas a la población. Se perdieron en bonitas frases que parecían venir de un maestro ayahuasquero, o aquellas que suscitaban la sospecha de los programas de farándula ante una posible amante. Pero que arroje la primera piedra la persona que crea que en menos de un mes se va a tener la certeza de concretar, exitosamente, un escrito que conducirá las riendas de una nación. El papel aguanta todo, pero cuando se trata de trazar el plan de acción para un país, lo menos que se debe tener en cuenta es una estrategia, una línea de ejecución, un estudio de viabilidad, una ruta temporal, llámenlo como quieran. Pero eso, hoy por hoy, parece no existir en Perú Libre. Parece no haber sido dibujado por aquel lápiz que Castillo empuña. Ese lápiz, que hoy por hoy, parece no entender ya su caligrafía. Parece escapársele de los dedos. Y caer. Para que, turbado y reposado ya en el suelo, hecho leña, la naranja candela arda eufóricamente sobre él.

Escrito por

Martín Murguía

Activista político


Publicado en

EL BIGOTE DE AUGUSTO

Columna de opinión sobre política.