Señora, usted ya perdió. Y nos está haciendo perder el tiempo a todos los peruanos. Usted no está luchando por defender el voto, sino por anular el voto. Entiendo que es por el hecho de que se debate entre el sillón presidencial y la cárcel; además, es de conocimiento que esta batalla política comprende temas personales como el de liberar a su padre. Sin embargo, las ciencias exactas ya demostraron que no hay forma de que matemáticamente se pueda revocar el resultado. Tengo la percepción de que usted misma sabe de esta verdad. Pero es que el poder que le ha dado gran parte de la población –ciertamente, cerca de la mitad de los peruanos– la ha convertido en un monstruo. Nunca usted sintió tal poder alguno. Ahora, aparece como un Godzilla entre la ciudad, blandiendo la bandera naranja que lleva escrito la palabra democracia, cuando lo que hace con cada acción que asume o agita es quebrantarla. Las cantinfladas que salen a argumentar sus allegados son risibles, el desespero de su prensa para presentar a un exmarino criptoanalista convencido de que hubo fraude es penoso, sus militares veteranos y golpistas entusiastas le restan gratitud a las Fuerzas Armadas, y el hermanito Villa Stein demandando la nulidad del proceso es no menos que absurdo. En conclusión: sus “defensas constitucionales” suponen ser mas bien inconstitucionales. Parece ser, asimismo, que usted trata de construir aquella misma narrativa instaurada en las elecciones de 1962, en que los militares, seducidos y coludidos en la contraposición, dieron por sentado un fraude que animó el golpe de Estado e irrumpió la asunción al mandato del eventual presidente Víctor Raúl Haya de la Torre. El país necesita certidumbre, mancomunar a las agrupaciones, concertar la estrategia política, alistar el cambio de gobierno, saber si Pedro Castillo es o no comunista, quién diablos son Los Dinámicos del Centro y por qué a Cerrón le gusta usar boinas con la bandera de Cuba. Por supuesto, también, queremos saber si la derecha, el centro y la izquierda demócrata hará bien y conjuntamente su trabajo de oposición. Entendemos que tiene un hambre voraz de cruzarse la banda que se le ha negado arañadamente durante los últimos diez años, pero ¿no le parece que ya es hora de ir soltando esa ilusión? Porque lo que va a pasar luego de estos comicios es que usted no va a tener ninguna oportunidad en los próximos. Si antes su imagen representaba autoritarismo y obstruccionismo, su actual comportamiento está terminando por reivindicar dicha asociación. Hágales un favor a los buenos militantes de su partido (que los debe de haber) y no persista en llenarles de baches el camino; piense, tal vez, en darle una oportunidad futura a Kyara, quien a su corta edad parece tener mucho más carisma que la madre. Tómese un té de valeriana, relájese. Usted que nunca pierde la oportunidad de recalcar que siempre colabora con la justicia, pues ahora colabore con la democracia. No siempre pueden ganar los blancos, los cosmopolitas, los de apellido extranjero, ni los de “cartón” gringo. Acéptelo. Acepte que perdió. Acepte que la vencida a la tercera, con usted no funcionó.

Posdata: Sin k-riño.